viernes, 8 de octubre de 2010

Multiculturalidad vs Multiculturalismo



Al hablar de Multiculturalidad, hacemos referencia a un concepto puramente descriptivo, bastante frecuente en la literatura anglosajona que, aplicado a la coexistencia de una pluralidad de culturas, refleja la auténtica situación demográfica de una entidad social en las que muchos grupos o individuos que pertenecen a diferentes culturas viven juntos, cualquiera que sea el estilo de vida elegido.
El Multiculturalismo respondería, por tanto, a una condición ideal de multiculturalidad o a la política empleada para incentivar la diversidad cultural en una sociedad multiétnica, que acentúa, por un lado, el respeto mutuo y la tolerancia a las diferencias culturales dentro de las fronteras nacionales y, por otro, las características peculiares de las diferentes culturas. Y tendría su origen en (1) las reivindicaciones sociopolíticas de derechos humanos y civiles que surgieron en los Estados Unidos en los años 60, (2) en los primeros programas de educación bilingüe en Canadá y por extensión (3) en el resto de los países anglo-parlantes, y la Unión Europea. Sin embargo, este concepto presenta usos muy dispares y hasta contradictorios desde el principio en algunos países pioneros como Canadá, Estados Unidos, Gran Bretaña,
Australia o Suecia, donde pocos docentes coincidirían en el papel y significado exacto del término multicultural, multiculturalismo o pluralismo cultural.
Ahora bien, la principal causa del rechazo a este fenómeno se debe a que, en la Europa continental, se ha venido percibiendo como un concepto más aislacionista, entendiéndose como la coexistencia de distintas culturas en un mismo entorno, en términos de aumentar distancias y acentuar diferencias entre las mismas (Casanova, 2005: 24-25). Algo que se conoció posteriormente como política del reconocimiento a la diferencia, acuñada por Kymlicka (1996; Cfr. Diez, 2004), que implicaba relaciones igualitarias y simétricas entre culturas diversas, si bien promoviendo el respeto sin convivencia.

 De este modo, el multiculturalismo, para muchos teóricos de la sociología y la educación, se ha convertido en un término equívoco, impreciso y hasta en una amenaza para los valores democráticos, al contemplar el respeto por las diferencias, aunque sin satisfacer todas las exigencias de una sociedad abierta a la diversidad (Zapata, 2003: 187).


Cultura e identidad en la diversidad: orígenes y fundamentos

Mientras que los contextos nacionales, sociales y culturales van transformándose y forjando nuevas identidades, comportamientos y modos de interacción, surge al mismo tiempo una visión global del mundo que ha puesto en el centro del debate el complejo fenómeno de la diversidad. Consideraciones como ésta plantean, por tanto, un cambio de perspectiva en la concepción de una nueva sociedad multicultural, que presenta la cultura o la  diversidad.




En la base de muchos debates actuales sobre la multi e interculturalidad, el tema de la diversidad, ha cobrado un gran protagonismo en el contexto educativo desde hace unas décadas. La expresión “atender a la diversidad” había sido entendida exclusivamente como el despliegue de estrategias pedagógicas que permiten aprender a aquellas personas  con especiales dificultades o discapacidades que les obstaculizan el acceso al currículo.
Ahora bien, sin desmerecer la enorme importancia de esta perspectiva, cabría destacar que el desafío ahora es aún mayor. Dado que actualmente se trataría de dar mayor cabida a las particularidades de los diferentes sujetos asegurando el logro de los aprendizajes en todos y cada una de las personas. La diversidad sería, por tanto, la expresión plural de las diferencias, nunca traducidas como negación, discriminación o exclusión, sino como reconocimiento y aceptación del otro como parte de una misma entidad colectiva que nos incluye. De ahí el estrecho vínculo que existe entre el concepto de diversidad e inclusión.
Las nuevas ideas respecto al tratamiento de la diversidad en la educación, han venido precedidas por una serie de factores entre los que podemos señalar: (1) Reivindicaciones de los derechos a la igualdad de oportunidades para las minorías, (2) una educación comprensiva inclusiva, para todos, desarrollada por la LOGSE, basada en el respeto a las diferencias y el rechazo a cualquier tipo de discriminación y (3) la individualización de la enseñanza.


Por otro lado, el término de cultura se entiende como un patrimonio que singulariza y diferencia a los grupos humanos entre sí (Kroeber & Kluchon, 1952), y más concretamente como todo aquello que la especie humana “ha elaborado para poder sobrevivir, perpetuarse y extenderse en la búsqueda de nuevos espacios en los que habitar” (Cabello, 1993).
Sin embargo, esta búsqueda de la permanencia no implicaría una definitiva inmutabilidad de la cultura, al encontrarse sometida a constantes cambios por el propio grupo que la sustenta (Muñoz, 1997). De este modo, podría decirse que hemos pasado de una concepción de ‘cultura’ como categoría estática, a un planteamiento de ‘culturas’ como un proceso abierto, dinámico, flexible y cambiante (Casanova, 2005: 21-22), o mejor aún a un concepto de “individuos con identidades culturales diferentes” (Montes, 2008: 86).
(Documento: cultura y sociedad, IV foro de espacios culturales, Bogotá- Colombia)