viernes, 8 de octubre de 2010

Cultura e identidad en la diversidad: orígenes y fundamentos

Mientras que los contextos nacionales, sociales y culturales van transformándose y forjando nuevas identidades, comportamientos y modos de interacción, surge al mismo tiempo una visión global del mundo que ha puesto en el centro del debate el complejo fenómeno de la diversidad. Consideraciones como ésta plantean, por tanto, un cambio de perspectiva en la concepción de una nueva sociedad multicultural, que presenta la cultura o la  diversidad.




En la base de muchos debates actuales sobre la multi e interculturalidad, el tema de la diversidad, ha cobrado un gran protagonismo en el contexto educativo desde hace unas décadas. La expresión “atender a la diversidad” había sido entendida exclusivamente como el despliegue de estrategias pedagógicas que permiten aprender a aquellas personas  con especiales dificultades o discapacidades que les obstaculizan el acceso al currículo.
Ahora bien, sin desmerecer la enorme importancia de esta perspectiva, cabría destacar que el desafío ahora es aún mayor. Dado que actualmente se trataría de dar mayor cabida a las particularidades de los diferentes sujetos asegurando el logro de los aprendizajes en todos y cada una de las personas. La diversidad sería, por tanto, la expresión plural de las diferencias, nunca traducidas como negación, discriminación o exclusión, sino como reconocimiento y aceptación del otro como parte de una misma entidad colectiva que nos incluye. De ahí el estrecho vínculo que existe entre el concepto de diversidad e inclusión.
Las nuevas ideas respecto al tratamiento de la diversidad en la educación, han venido precedidas por una serie de factores entre los que podemos señalar: (1) Reivindicaciones de los derechos a la igualdad de oportunidades para las minorías, (2) una educación comprensiva inclusiva, para todos, desarrollada por la LOGSE, basada en el respeto a las diferencias y el rechazo a cualquier tipo de discriminación y (3) la individualización de la enseñanza.


Por otro lado, el término de cultura se entiende como un patrimonio que singulariza y diferencia a los grupos humanos entre sí (Kroeber & Kluchon, 1952), y más concretamente como todo aquello que la especie humana “ha elaborado para poder sobrevivir, perpetuarse y extenderse en la búsqueda de nuevos espacios en los que habitar” (Cabello, 1993).
Sin embargo, esta búsqueda de la permanencia no implicaría una definitiva inmutabilidad de la cultura, al encontrarse sometida a constantes cambios por el propio grupo que la sustenta (Muñoz, 1997). De este modo, podría decirse que hemos pasado de una concepción de ‘cultura’ como categoría estática, a un planteamiento de ‘culturas’ como un proceso abierto, dinámico, flexible y cambiante (Casanova, 2005: 21-22), o mejor aún a un concepto de “individuos con identidades culturales diferentes” (Montes, 2008: 86).
(Documento: cultura y sociedad, IV foro de espacios culturales, Bogotá- Colombia)


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